miércoles, 4 de abril de 2012

Sobre la idea de privacidad

Hace algunos días vi un anuncio en televisión, en el que una compañía de dispositivos móviles mostraba el modo en que era posible fotografiar desde el dispositivo en cuestión a una niña –presumiblemente la hija del dueño del dispositivo-, retocar la imagen para mejorarla, y subirla a Internet. Este proceso se mostraba, y lo es, como un sustancial avance tecnológico que ayuda a facilitar y mejorar las comunicaciones entre las personas. Por supuesto, en un entorno cada vez más móvil, interconectado y en red, las ventajas de este dispositivo no son cuestionables. Lo que me llamó la atención, por el contrario, fue el hecho de que un padre subiera a Internet la foto de su hija, por lo demás retocada, aunque la niña ya era lo suficientemente guapa como para no necesitar retoques. Me llamó la atención el hecho de que al padre no le importara poner a disposición de cualquiera que quisiera utilizarla de cualquier manera la imagen de la niña. En definitiva, me llamó la atención la falta de interés por el respeto a la privacidad de su hija. Lo cierto es que disponemos de legislación de protección de datos; de derecho al honor, a la propia imagen y a la intimidad; de protección al menor. Sin embargo, desde el punto de vista social, estos derechos parecen estar perdiendo relevancia. Diríase que, en un mundo permanentemente interconectado, la vida privada ya no es un activo a tener en cuenta. Esto no supone una tragedia, puesto que las ideas y los comportamientos cambian a lo largo de la historia; pero desde luego supone una ruptura en el modo de pensar acerca de uno de nuestros conceptos profesionales y sociales mejor consolidados.

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