miércoles, 4 de abril de 2012

¿Hacia los archivos totales o hacia las ruinas de la inteligencia?

La reciente desaparición de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas y la división de sus competencias en otras dos Direcciones Generales, por lo que nos concierne la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, ha provocado un cierto revuelo, puede que justificado, pero que ignora otras posibles lecturas. Canadá unificó su Archivo y su Biblioteca Nacional hace ya algunos años. Nueva Zelanda ha iniciado un proceso similar, y también Holanda ha lanzado la noticia de que sus máximos centros de la memoria se unirán en el año 2013. Se trata de fusiones que tienen sentido, si se consideran desde el punto de vista de la evidencia, ya que está no sólo está contenida en los documentos de archivo administrativos. También tienen sentido si pensamos en entornos digitales, en los que los proyectos de gestión, conservación y pluralización son costosos, tienen en muchas ocasiones propiedades comunes, y la colaboración deviene un imperativo. El caso español, sin embargo, parece ser diferente, en la medida en la que todo apunta a que la evidencia no se ha tomado en cuenta, así como tampoco la cooperación digital. Más bien, diríase, a simple vista, que ha primado el punto de vista, ya obsoleto, de que los bienes culturales, incluidos los documentos de archivo y los libros, son bonitos objetos con los que se pueden realizar exposiciones. Puesto que la modificación orgánica ha sido muy reciente, no sabemos aún si realmente es ésta la perspectiva que se ha adoptado. No obstante, junto con las dos primeras, debemos tomarla en consideración. En el presente post, por tanto, nos aplicamos a explorar los tres puntos de vista citados, esperando que de tal exploración se derive nuestra opinión acerca de lo que deberían ser unos archivos realmente totales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario