domingo, 17 de junio de 2012

Diplomado en Administración y Preservación de Archivos Digitales

En un entorno crecientemente digital, la producción de evidencia en forma de documentos, tanto a nivel organizativo como privado, y la preservación de los mismos se convierte en un gran problema que los archiveros no habían tenido que abordar anteriormente. En ese contexto, la Fundación Asmoz de Eusko Ikaskuntza ha organizado, con la colaboración del Archivo General de la Nación (México) y la Escuela de Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de San Luis de Potosí, el Diplomado en administración y preservación de archivos digitales.

El programa formativo, de 160 horas, se celebrará del 3 de septiembre de 2012 al 28 de febrero de 2013,  y se desarrollará íntegramente de forma online.

Aquellas personas interesadas en inscribirse deberán rellenar el FORMULARIO disponible en la página Web  del Curso antes del 17 de agosto de 2012.


INFORMACIÓN E INSCRIPCIÓN:
http://archivosdigitales.asmoz.org/
archivosdigitales@asmoz.org
Telf.: +34 - 943212369

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Hacia los archivos totales o hacia las ruinas de la inteligencia?

La reciente desaparición de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas y la división de sus competencias en otras dos Direcciones Generales, por lo que nos concierne la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales y de Archivos y Bibliotecas, ha provocado un cierto revuelo, puede que justificado, pero que ignora otras posibles lecturas. Canadá unificó su Archivo y su Biblioteca Nacional hace ya algunos años. Nueva Zelanda ha iniciado un proceso similar, y también Holanda ha lanzado la noticia de que sus máximos centros de la memoria se unirán en el año 2013. Se trata de fusiones que tienen sentido, si se consideran desde el punto de vista de la evidencia, ya que está no sólo está contenida en los documentos de archivo administrativos. También tienen sentido si pensamos en entornos digitales, en los que los proyectos de gestión, conservación y pluralización son costosos, tienen en muchas ocasiones propiedades comunes, y la colaboración deviene un imperativo. El caso español, sin embargo, parece ser diferente, en la medida en la que todo apunta a que la evidencia no se ha tomado en cuenta, así como tampoco la cooperación digital. Más bien, diríase, a simple vista, que ha primado el punto de vista, ya obsoleto, de que los bienes culturales, incluidos los documentos de archivo y los libros, son bonitos objetos con los que se pueden realizar exposiciones. Puesto que la modificación orgánica ha sido muy reciente, no sabemos aún si realmente es ésta la perspectiva que se ha adoptado. No obstante, junto con las dos primeras, debemos tomarla en consideración. En el presente post, por tanto, nos aplicamos a explorar los tres puntos de vista citados, esperando que de tal exploración se derive nuestra opinión acerca de lo que deberían ser unos archivos realmente totales.

Sobre la idea de privacidad

Hace algunos días vi un anuncio en televisión, en el que una compañía de dispositivos móviles mostraba el modo en que era posible fotografiar desde el dispositivo en cuestión a una niña –presumiblemente la hija del dueño del dispositivo-, retocar la imagen para mejorarla, y subirla a Internet. Este proceso se mostraba, y lo es, como un sustancial avance tecnológico que ayuda a facilitar y mejorar las comunicaciones entre las personas. Por supuesto, en un entorno cada vez más móvil, interconectado y en red, las ventajas de este dispositivo no son cuestionables. Lo que me llamó la atención, por el contrario, fue el hecho de que un padre subiera a Internet la foto de su hija, por lo demás retocada, aunque la niña ya era lo suficientemente guapa como para no necesitar retoques. Me llamó la atención el hecho de que al padre no le importara poner a disposición de cualquiera que quisiera utilizarla de cualquier manera la imagen de la niña. En definitiva, me llamó la atención la falta de interés por el respeto a la privacidad de su hija. Lo cierto es que disponemos de legislación de protección de datos; de derecho al honor, a la propia imagen y a la intimidad; de protección al menor. Sin embargo, desde el punto de vista social, estos derechos parecen estar perdiendo relevancia. Diríase que, en un mundo permanentemente interconectado, la vida privada ya no es un activo a tener en cuenta. Esto no supone una tragedia, puesto que las ideas y los comportamientos cambian a lo largo de la historia; pero desde luego supone una ruptura en el modo de pensar acerca de uno de nuestros conceptos profesionales y sociales mejor consolidados.