Fuente: Delgado Gómez, Alejandro: “Las reglas de producción del documento en los entornos digitales contemporáneos: aspectos teóricos y estudio de caso de implantación práctica”. En: E-Lis: E-prints in Library and Information Science. URL: http://eprints.rclis.org/18612/
1. Las tecnologías son invisibles. Una de las propiedades definitivas de las tecnologías de la información y de convergencia universal es el hecho de que “no se ven” y sus resultados “no se pueden tocar”. Dentro de un ordenador no existe nada parecido al documento, sino más bien datos, instrucciones, secuencias de bits que se reconstruyen en pantalla cuando se inicia una sesión o cuando se hace doble clic sobre un icono, devolviendo la apariencia que uno espera ver, y desapareciendo de nuevo una vez que se cierra la sesión.
2. Las tecnologías son invasivas. Con ello se quiere significar que lo digital no está confinado al ámbito de un ordenador o de un conjunto de ordenadores, sino que permea todos los aspectos de nuestra vida privada y profesional. Esto es particularmente obvio en la creciente utilización de tecnologías de convergencia universal, es decir, uso combinado de Internet, telefonía móvil y televisión; pero, por ejemplo, también en el uso de PDAs sin teclado para la toma de decisiones, en la telefonía fija (piénsese que a través de la misma realizamos transacciones bancarias, operaciones de comercio electrónico o declaraciones de la renta) o en los sistemas de referencia geográfica y posicionamiento geográfico de nuestros coches.
3. Las tecnologías son inestables. La Real Academia Española define “inestable” por oposición a “estable”, que significa aquello “que se mantiene sin peligro de cambiar, caer o desaparecer”, peligros que acechan, todos ellos, a las tecnologías de la información: aplicaciones que cambian de versión o que desaparecen, servidores que se caen, software libre que deviene propietario, CD-ROMs que se corrompen, ficheros que no se pueden recuperar, etc. Las tecnologías de la información y de convergencia universal son por naturaleza el territorio de la inseguridad, el nunca jamás de la misericordiosa y sólida durabilidad de lo analógico.
4. Las tecnologías son dinámicas. De conformidad con la segunda acepción del Diccionario Merriam-Webster, dinámico es equivalente a “marcado por actividad o cambio usualmente continuo y productivo”; es decir, lo dinámico no es discreto, no deja margen al descanso, pero tampoco es infructuoso, devuelve productos. Básicamente, el digital es el territorio de un perpetuum mobile que choca con las estáticas prácticas existentes de la archivística nacional.
5. Las tecnologías son interactivas. Abundando en la definición citada en párrafo precedente, una definición “informática” de interactivo diría que es “un término que describe un programa cuyo input y cuyo output están entrelazados, como una conversación, lo cual permite que el input del usuario dependa de anteriores outputs de la misma sesión. La interacción con el usuario se lleva a cabo generalmente o mediante un interfaz basado en texto o mediante un interfaz gráfico de usuario. También son posibles otros tipos de interfaz, por ejemplo, el uso de reconocimiento de voz y/o de síntesis de voz. Esto contrasta con el procesamiento por lotes, en el que todo el input se prepara antes de que el programa comience a funcionar, de modo que no puede depender del output del programa. Es decir, el entorno digital no sólo está siempre en perpetuo movimiento, sino que ya no es nunca más un objeto pasivo sobre el que el humano tiene el control, sino más bien un interlocutor con una lógica diferente, con el que el humano tiene que dialogar.
6. Las tecnologías son distribuidas. Un entorno distribuido, en términos informáticos es “una arquitectura que consiste en interfaces de programación normalizados, convenciones y funcionalidades de servidor (p. ej., denominación, sistemas distribuidos de ficheros, llamadas a procedimientos remotos) para distribuir aplicaciones de manera transparente entre redes de ordenadores heterogéneos. Básicamente, nuestras aplicaciones, nuestros datos, nuestras reglas, nuestros servidores, no sólo tienen que ser negociados con nuestros mecanismos, sino que también tienen que ser negociados con otros humanos, que, a su vez, negocian con sus propios mecanismos en lugares remotos. Cualquier pretensión de aislamiento o independencia ha quedado cancelada, y nuestro proceder profesional depende de una interminable negociación con otros humanos, con otras máquinas.
7. Las tecnologías son reutilizables. La reutilización es “el uso de código desarrollado para una aplicación en otra aplicación. Tradicionalmente se logra utilizando librerías de programas. La programación orientada a objetos ofrece la reutilización de código por medio de sus técnicas de herencia y genericidad. Las librerías de clases con exploradores inteligentes y generadores de aplicaciones se encuentran bajo desarrollo para ayudar en este proceso. Esta característica, como la que le sigue, aborta por tanto la ilusión de un orden original que tanto ha consolado a los archiveros del siglo veinte; la ilusión de una linealidad que en los entornos digitales no tiene lugar, en la medida en que su orden es aleatorio, entrelazado, sin un nodo central bien definido y de límites precisos.
8. Las tecnologías son multipropósito. El uso multipropósito es “el proceso de tomar contenido de un soporte (como un libro, un periódico, la televisión o la radio) y re-empaquetarlo para usarlo en otro soporte (como la web)”. Tal característica viene a ser la contrapartida documental de la mencionada en párrafo precedente reutilización informática. De igual modo que los componentes informáticos se entrecruzan para abrir nuevas posibilidades, los contenidos generados como evidencia en un entorno se revisan, se renuevan, se discuten, para generar otra evidencia en otro entorno paralelo, hasta el infinito, en una interminable web de relaciones.
jueves, 9 de diciembre de 2010
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