miércoles, 4 de abril de 2012

Los usos del archivo

En nuestra tradición, y sólo desde mediados de los años cincuenta del siglo XX, el archivo tiene dos usos oficiales: servir como testimonio de la actividad administrativa mientras los documentos que contiene siguen estando vigentes; y servir como fuente de información para los historiadores una vez que el documento pierde vigencia, muere y se reencarna como documento de archivo. Por supuesto, esto es una terrible sobresimplificación que sólo considera una noción de documento, el documento burocrático oficial; además, la considera desde una perspectiva estrecha, al negar que la vida de un documento pueda estar llena de bucles que lo reencarnan permanentemente al margen de la línea recta del ciclo de vida; y que coloca al archivero en una posición de riesgo, o como auxiliar administrativo venido a más, o como asistente del historiador. Frente a este punto de vista acerca de la vida del documento, desde los años noventa del siglo veinte se han venido articulando modelos, como el del continuo de los documentos de Frank Upward o el helicoidal de Brien Brothman, que postulan que los documentos siempre son susceptibles de reactivación en otro lugar, en otro tiempo, con otro uso, con un significado diferente. Es sobre estos modelos alternativos sobre los que queremos llamar la atención.

No hay comentarios:

Publicar un comentario