miércoles, 4 de abril de 2012

La desaparición

El autor checo Franz Kafka, tal y como se ha analizado reiteradamente, dedicó toda su obra, tanto su ficción como sus detallados diarios y su correspondencia, a anular su yo como ser real, a tratar de sustituirlo por su obra. La culminación de esta actitud hubiera sido la declaración, nunca demostrada, de su amigo Max Bröd, acerca de que en el momento extremo de su agonía, Kafka le pidió que quemara todos sus escritos, voluntad que Bröd no cumplió, evitando de este modo que se perdiera una parte fundamental del pensamiento y la ficción del siglo veinte. Nosotros mismos especulamos hace algunos años, en el modo de la narrativa amateur, acerca de la posibilidad de que un difunto Kafka, rodeado de los ángeles que tan a menudo pueblan su obra, evitara la muerte de su amante Milena Jesenská en un campo de concentración, mediante el procedimiento de substituir el yo por su texto. Lo cierto es que la cultura está evolucionando a un ritmo increíblemente acelerado, y que tanto la voluntad de desaparición de Kafka, como el pequeño texto ficcional y aficionado que redactamos hace algunos años, nos hacen reflexionar en este momento acerca del fenómeno de las ciber-identidades, tanto legales como ilegales, tras de las cuales, para lo bueno y para lo malo, desapareceríamos como individuos.

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